Tomi
2013-02-18 10:21:12 UTC
Tras la tempestad acaecida el pasado jueves frente al Rubin, al final se ha vuelto de nuevo a la dulce rutina de la victoria. Un triunfo conseguido en el mini Vicente Calderón pucelano con autoridad, eficacia, fiabilidad y sin pasar apenas apuros en defensa, hasta el punto de que si tuviese que puntuar a los jugadores uno por uno, a Courtois no le pondría calificación por falta de trabajo. Con eso está dicho todo.
Sin las dichosas rotaciones, el equipo funciona como una máquina de precisión suiza. A los diez minutos, falta que saca Gabi, fusila Godín y Falcao, a bocajarro, consigue anotar el tanto. Dicen los hombres sabios del Asqueroso que el colombiano tenía una rodilla en fuera de juego. Joder, una rodilla. Y se quedan tan panchos los colegas. Menos mal que el linier supo apreciar la jugada realmente como fue, gol legal al estar en línea con el defensor. Por cierto, que estando bajo de forma, pero Falcao sigue anotando goles. Qué máquina de pibe. Lo lleva en la sangre.
A partir de esos momentos, y con la batuta del incansable Gabi, el Atleti se hizo amo y señor de todas las parcelas del terreno de juego. Diego Costa no paró de desmarcarse y fue, una vez más, una auténtica pesadilla para la defensa local. Un fantástico pase de Gabi le dejó solo frente al portero local, pero el bueno de Diego intentó una vaselina con poquísima fuerza y el balón lo atrapó sin mayores complicaciones Dani Hernández.
La única ocasión que generaron los locales fue en un despeje suicida de Tiago, que no acabó en tanto en propia meta de milagro. De todo lo demás se encargó prácticamente Diego Costa, hasta que obtuvo su justa recompensa aprovechando un magnífico servicio de Koke de cabeza para fusilar a placer y poner así el 0-2 en el marcador.
El 0-3 definitivo tuvo lugar ya en el último minuto, tanto conseguido por el Cebolla, y puso la guinda a un partido que fue coser y cantar con la misma fuerza que lo hicieron los desplazados a la ciudad pucelana. ¿Quién dice que la rutina es aburrida?
Y hala, ya pueden descansar los putos periolistos con que no ganamos fuera desde hace no sé cuanto tiempo. A ver qué nueva gilipollez se inventan ahora para darnos la barrila, porque lo de la rodilla de Falcao, señores, no cuela.
EL CRACK DEL PARTIDO: Diego Costa vs. Gabi. Curiosamente, ninguno de los dos jugó el jueves pasado. Sin comentarios.
LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO: El Valladolid. Esperaba muchísima más resistencia por parte del equipo pucelano. Dukic tenía un mosqueo de 15 pares de cojones, y con razón, ciertamente. Sinceramente, no tengo ni puta idea de a qué cojones jugaron.
ÁRBITRO: El doble de Don Pablo Mármol, Iglesias Villanueva. Perfecto.
TERMÓMETRO ROJIBLANCO (+ 15 GRADOS).
Lo vuelvo a subir 2 grados más, porque era un partido vital para nuestras aspiraciones tras el batacazo del otro día en el Calderón. Ya saben, si nos caemos, combato y me levanto.
Y el jueves, la vuelta de la Europa League en Rusia. Poder, se puede. Pero hay que tomárselo en serio, claro que, si juega esa broma pesada de portero que es Asenjo, mal empezamos. Con él, ya saben, el ridículo suele estar garantizado.
Sin las dichosas rotaciones, el equipo funciona como una máquina de precisión suiza. A los diez minutos, falta que saca Gabi, fusila Godín y Falcao, a bocajarro, consigue anotar el tanto. Dicen los hombres sabios del Asqueroso que el colombiano tenía una rodilla en fuera de juego. Joder, una rodilla. Y se quedan tan panchos los colegas. Menos mal que el linier supo apreciar la jugada realmente como fue, gol legal al estar en línea con el defensor. Por cierto, que estando bajo de forma, pero Falcao sigue anotando goles. Qué máquina de pibe. Lo lleva en la sangre.
A partir de esos momentos, y con la batuta del incansable Gabi, el Atleti se hizo amo y señor de todas las parcelas del terreno de juego. Diego Costa no paró de desmarcarse y fue, una vez más, una auténtica pesadilla para la defensa local. Un fantástico pase de Gabi le dejó solo frente al portero local, pero el bueno de Diego intentó una vaselina con poquísima fuerza y el balón lo atrapó sin mayores complicaciones Dani Hernández.
La única ocasión que generaron los locales fue en un despeje suicida de Tiago, que no acabó en tanto en propia meta de milagro. De todo lo demás se encargó prácticamente Diego Costa, hasta que obtuvo su justa recompensa aprovechando un magnífico servicio de Koke de cabeza para fusilar a placer y poner así el 0-2 en el marcador.
El 0-3 definitivo tuvo lugar ya en el último minuto, tanto conseguido por el Cebolla, y puso la guinda a un partido que fue coser y cantar con la misma fuerza que lo hicieron los desplazados a la ciudad pucelana. ¿Quién dice que la rutina es aburrida?
Y hala, ya pueden descansar los putos periolistos con que no ganamos fuera desde hace no sé cuanto tiempo. A ver qué nueva gilipollez se inventan ahora para darnos la barrila, porque lo de la rodilla de Falcao, señores, no cuela.
EL CRACK DEL PARTIDO: Diego Costa vs. Gabi. Curiosamente, ninguno de los dos jugó el jueves pasado. Sin comentarios.
LA DECEPCIÓN DEL ENCUENTRO: El Valladolid. Esperaba muchísima más resistencia por parte del equipo pucelano. Dukic tenía un mosqueo de 15 pares de cojones, y con razón, ciertamente. Sinceramente, no tengo ni puta idea de a qué cojones jugaron.
ÁRBITRO: El doble de Don Pablo Mármol, Iglesias Villanueva. Perfecto.
TERMÓMETRO ROJIBLANCO (+ 15 GRADOS).
Lo vuelvo a subir 2 grados más, porque era un partido vital para nuestras aspiraciones tras el batacazo del otro día en el Calderón. Ya saben, si nos caemos, combato y me levanto.
Y el jueves, la vuelta de la Europa League en Rusia. Poder, se puede. Pero hay que tomárselo en serio, claro que, si juega esa broma pesada de portero que es Asenjo, mal empezamos. Con él, ya saben, el ridículo suele estar garantizado.